El Perro de la Prisión y el Mar
Max era un perro de trabajo en una prisión costera, donde su deber principal era patrullar el área y mantener la seguridad. A pesar de estar en un entorno tan rígido, Max disfrutaba de las vistas del mar y de los paseos por la playa. Sus días eran rutinarios, pero él los cumplía con gran dedicación.
Un día, mientras patrullaba cerca de la playa, Max notó algo inusual: un pequeño bote de pesca estaba a la deriva, aparentemente abandonado. El mar había arrastrado el bote cerca de las rocas y Max, con su agudo instinto, sospechó que algo podría estar mal.
Max alertó a los oficiales de la prisión, quienes, al investigar, descubrieron que el bote había sido usado para un intento de fuga por algunos prisioneros. Gracias a la pronta intervención de Max, los fugitivos fueron capturados antes de que pudieran escapar.
La noticia del éxito de Max se esparció rápidamente. Aunque no podía hablar, su lealtad y servicio fueron reconocidos y celebrados. Max continuó patrullando la prisión con la misma dedicación, y cada vez que miraba el mar, se sentía satisfecho por haber cumplido con su deber y haber evitado un posible desastre.