Dos extraños y un café derramado
Cada mañana, Juan y María tomaban el mismo tren para ir al trabajo. Se veían todos los días, pero nunca se habían hablado. Ambos eran tímidos y siempre dudaban en iniciar una conversación.
Una mañana, el tren estaba más lleno de lo normal. María, con su café en la mano, intentaba encontrar un lugar para sostenerse. El tren hizo un movimiento brusco, y sin querer, María derramó su café sobre Juan.
María se sonrojó de vergüenza y empezó a disculparse rápidamente. Juan, sorprendido, sonrió y le dijo que no se preocupara. Agradeció la disculpa y, para romper el hielo, bromeó diciendo que así tendría una excusa para comprar una camisa nueva.
A partir de ese momento, comenzaron a hablar cada mañana en el tren. Descubrieron que tenían muchas cosas en común y comenzaron a disfrutar de su trayecto al trabajo. El café derramado se convirtió en el comienzo de una hermosa amistad, y quizás algo más.